Cómo el hoy llegó a ser lo que es.

Erase una vez un mundo nada raro,
en el cual un grupo de empresarios
decidió ponerle un alto 
a la fuga de sus capitales.
Aburridos de visitar las Bahamas
en cada fin de semana,
sus zapatos apuntaron nuevo destino turístico
a la luna plateada.
"El dinero de mi cartera
solo me da para pasar
en cada puente vacacional
aburridas veladas
en alguna isla perdida
del Pacifico meridional"
"Y yo desde pequeño
siempre tuve un sueño
en caminar sobre la luna,
montado en mi caballo Bledo".
"Con los nuevos paquetes turísticos de la NASA
en algunos meses ya bien preparados podremos viajar
y en la superficie del astro nocturnal
maíz transgénico y barato comenzar a cosechar".
Planeando el método del oprobio
todos concluyeron a sus adentros:
"inventemos un problema financiero
culpando de irresponsabilidad
a esta bola de burócratas usureros.
A la canasta básica subamos los precios,
con los impuestos démosles pa´dentro.
El excedente de armamento
vendamoslo a los insurgentes procapitalistas mensos,
y a narcotraficantes mexico-colombianos.
Causemos guerras y atentados,
financiemos al terrorismo incauto
que de algún lugar tiene que salir
money para de este naco mundo poder salir.
Que la presidenta de Alemania
como buena perra nuestra y asalariada
haga el trabajo sucio
y anuncie que esta crisis
durará hasta un lustro.
Aprovechémonos de la ignorancia y la indiferencia,
de las masas su patética mediocridad,
y de su preferencia a masturbarse con espectaculares
y demás propaganda bélica de baja intensidad.
Quitemos filosofía y lógica del bachillerato,
¡a los estudiantes no les importa Marx!
lo que ellos quieren es trabajar y gastar
y su mente drogar gritando al infinito fuaaa.
Pan y circo dijo el romano,
Palo y circo repetimos los nuevos amos".

Y así es, señores, como hemos venido a parar
a este mes de noviembre con descabezados, guerrilleros
y otras cosas que no quiero ni recordar.
La insurgencia por todos lados pululando está,
como respuesta a la cínica máxima medieval
de que es un derecho humano el enriquecerse
aun que sea lícitamente.