sábado, 29 de octubre de 2011

El que habla.


El orador sube las escaleras.
Llega a la cima, se detiene y voltea.
Se encuentra sobre las cabezas de sus hermanos
que mantienen el puño izquierdo levantado
contra la representación arquitectónica de Sodoma.
Entonces es cuando él habla.
Con la sola necesidad de la lengua,
sin más revolver que su palabra,
agandalla las mentes
y hace suyos los corazones
de los que caminan no detrás de él, sino con él.
Hace solo lo que es su derecho y obligación como igual.
No menciona nunca el “deber ser”.
Se centra en lo que es,
lo que las cosas son
y su eminente destrucción,
tal si fuera hermano y no el cura del pueblo.

El que habla tiene la responsabilidad de no detenerse
aun que los cañones la tribuna le nieguen.
Cruz con la que pocos cargan.

El que habla es la representación
arquitectónica del pueblo;
su palabra el fuego eterno;
su lengua la espada.

No hay marcha atrás:
¡El que habla somos todos!
Pinta tu raya. 


Fotografia: Ariel Garza Amaya.

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