jueves, 6 de octubre de 2011

Antes de la leva.


Marx translada a la economía las consecuencias de la concepción materialista y atea del universo. Desechando las suposiciones especulativas de la economía clásica por la naturaleza idealista de estas, y por lo tanto, de género burgués, el filosofo socialista nos invita a cambiar de raíz la composición social, que en el idealismo, la estructura de esa composición ya se encuentra preescrita. El idealismo remarca "es la propiedad privada lo que hace al hombre y no el hombre el que hace la propiedad privada". Esta comprensión de la estructura según la ideología burguesa, tiende a provocar en el sujeto la aceptación de su condición de esclavo, contaminarlo con una mentalidad pequeñoburguesa, o bien, hacerlo indiferente hacia las razones de la revolución. Pero Marx contrapone esta concepción del mundo: la comprensión de los fenómenos, según la ciencia marxista, tiene como finalidad un carácter pragmático social. Los datos que se recogen de la investigación acerca de estos fenómenos (esencias) son necesariamente objetivos por la necesidad practica, pero esto no implica que esas esencias sean postuladas con naturaleza dogmatica, es decir, que sean totalmente objetivas y carentes de errores. La lógica dialéctica (parte de la ciencia marxista), propone la constante falsación de las teorías, tanto en el campo de las ciencias sociales como en las ciencias naturales.

Entonces, el mundo, al ser objetivo carece de principios metafísicos. La sociedad y su evolución es obra solo de los hombres.

El estado comunista no es un estado perfecto en el que se es imposible sufrir de carencias, desigualdad e injusticias. La evolución social del estado socialista después de la revolución proletaria es un paso mas del progreso humano; no es el fin de la historia, la culminación de la civilización o la Nueva Jerusalen, es tan solo una etapa contingente en la historia del hombre. El comunismo no es una utopía, es una realidad presente. El derrocamiento de los poderes fácticos de la burguesía reduce problemas sociales, mas no los desaparece. Arrebatar el poder a la reacción implica que este pase a responsabilidad del proletariado y no de privados que eran quienes detentaban los escaños en el propio estado. Se puede asegurar que los problemas sociales se aminoran, pues el proletariado, al ser una clase social carente de medios de producción, no es capaz de amañar el proceso a los puestos públicos. Los adelantos científicos y tecnológicos no son imposibilitados por un grupo de poder como lo ha mostrado la historia del sistema capitalista (copyright, etc.).

Suponer una historia eterna con medios de producción desregulados y la estructura social jerarquizada por los siglos de los siglos, como presuponen algunos sujetos capitalizados, es una pretensión tan idealista como romántica; herencia teológica moribunda. 

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